Estoy sentada en el AVE, volviendo a casa. Otra vez el vagón silencioso, como casi siempre desde que lo inauguraron. He llegado pronto y he colocado la maleta de mano en la balda sobre mi cabeza, aunque antes saco el ordenador y el eBook. De momento no hay nadie sentado, cuando compro el billete siempre elijo un asiento que tenga el de al lado libre. Aunque esta vez lo he sacado con bastante antelación y es posible que se haya ocupado. Espero que no.
Me dispongo a terminar la novela que estoy leyendo: También esto pasará, de Milena Busquets. Es una novela escrita en primera persona de una mujer de cuarenta años cuya madre acaba de morir. El primer capítulo se sitúa en el funeral, en Cadaqués, y ya intuimos quiénes son los auténticos protagonistas: la señora fallecida (que guarda muchas similitudes con la madre de la autora) y el bello pueblo costero del Ampurdán. El segundo capítulo introduce el tercer elemento importante de la novela: el sexo trivializado como forma de relacionarse.
El vagón va llenándose mientras leo, y yo, de reojo, miro a las personas que entran convocándolas silenciosamente a elegir un asiento distinto al contiguo al mío, -«por favor, por favor, que no se siente a mi lado»-, pero esto no funciona así y una señora con buena pinta y poco equipaje acaba pidiéndome con educación que le deje pasar. ¡Qué le vamos a hacer! Tal vez cuando llegue a Córdoba se baje alguien y pueda cambiarme de sitio.
La narradora, Blanca, nos va presentando a sus ex maridos (ya tiene dos), a sus hijos (dos también, cada uno de un padre), a su amante, a sus amigas y a su perro. Salvo este último, una labradora llamada Patum, el resto no tiene mucha entidad, no llegamos a conocerlos. Son un mero adorno, ayudan a componer la escena costumbrista de un veraneo en la casa de Cadaqués de una «familia» progre de la alta burguesía catalana. Con servicio, (aunque la snob narradora afirme que no le gusta tenerlo, lo que se intuye es que preferiría no tener siquiera que verlo), con espacio en la casa para llenarlo de amigos y ex maridos (un poco difícil de creer esa convivencia) y con barco. Y siempre sobrevolando el fantasma de la madre, que se nos muestra como una mujer independiente, adinerada, exitosa, divertida, disfrutona y no especialmente cariñosa, salvo con los perros, tanto que incluso ha pedido que entierren a Patum con ella (fantástico cómo su hija justifica el no obedecer esa orden).
A pesar de que no se puede ser más pija, revestida de progre, más egoísta y más insustancial, Blanca me cae bien. Me divierte su forma caótica de hilvanar pensamientos, su necesidad de gustar, especialmente a todos los hombres con los que se cruza, su sentimiento de amor-odio por su madre -tan insultantemente poderosa- y su ligereza para camuflar los dolorosos sentimientos de soledad, tristeza y abandono .
Porque hago mía su frase de que «la ligereza es una forma de elegancia»
La novela, fácil de leer para el público femenino, me gusta, sobre todo, porque despierta sentimientos en mí. Hace que quiera llegar a casa. Ver a Thor dándome la bienvenida con su rabo frenético, con su cabezota grande que restriega en mi pierna pidiendo una caricia, aunque de pronto se vaya, como si se hubiera aburrido de mi falta de entusiasmo -antes que rascarle la cabeza he soltado el troley, el bolso y he abrazado a mi hija- pero sólo ha ido a buscar su juguete rojo de plástico duro, roído, que no hay manera de que lo pierda, para ofrecérmelo e invitarme a jugar con él.
Me hace desear que alguien (¿tal vez mis hijos?) piensen de mí, cuando ya no esté, que he sabido disfrutar de la vida, que he amado y me han amado, que he sido fuerte, que he despertado sonrisas en los que me rodeaban, que he compartido las alegrías y he trivializado las penas. Porque hago mía su frase de que «la ligereza es una forma de elegancia».
PD. También esto pasará está publicado en 2015 por la editorial Anagrama y su autora, Milena Busquets, es hija de Esther Tusquets, escritora y fundadora de la editorial Lumen.
La escritora Milena Busquets, fotografiada en Barcelona. Inés Baucells
No he leído la novela pero tu «resumen» me ha hecho recordar a mi madre. Mi relación con ella fue siempre de amor-amor (quitando quizás los pocos años que te sentías incomprendida por todos). Era mi soporte en la vida. Las madres de familia numerosa no suelen ser muy cariñosa o expresivas porque no tienen tiempo, sobre todo si tienen 5,6,o 10 hijos. Al ser mayores sí les gusta. Tambien como tú me gustaría ser recordada por haber amado, por haber servido, por haber dejado detrás hombres y mujeres de bien. !Que bien escribes!
En el Prado hay al lado de la exposición de Roger,otra temporal de un Goya «menor», dedicada a la Caza.Debías comentarla. Gracias.