Paso a paso para una cena entre amigas

Hoy vienen a cenar a casa unas amigas. Como casi todas estamos permanentemente a régimen, he decidido hacer un menú ligero: una crema de verduras y una terrina de pollo y jamón york acompañado de cous-cous de coliflor. La comida va a ser sencilla, para compensar voy a intentar darle un poco de gracia a la mesa. Ya se ha pasado la etapa minimalista de mantel blanco, vajilla igualmente blanca y decoración en plata, ahora se lleva mezclar las vajillas e introducir color.

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El comedor lo preside una pareja de ancianos chinos del siglo XIX, acuarela sobre papel de arroz, comprada en Hong-Kong hace unos años. La lámpara de techo es la Caboche de Foscarini; cuando decoré el piso hace seis años me pareció una versión contemporánea de las clásicas lámparas de cristal (son infinidad de bolas de metacrilato sujetas a una estructura), pero en los últimos tiempos han salido tantas réplicas que le he cogido un poco de manía (es cómo si te gastas dos mil euros en un bolso de Louis Vuitton y en la playa ves a un montón de subsaharianos ofreciéndote las copias por veinticinco). ¡Qué le vamos a hacer!

La lámpara de pie fucsia es el modelo Shakti Buganvilla (también la hay naranja y blanca) de Kundalini, una firma italiana que utiliza técnicas tradicionales aplicadas en clave contemporánea y se caracteriza por el colorido y la extravagancia de sus diseños. Tal vez por eso de la extravagancia, esta lámpara no ha tenido (o yo no he visto) ninguna copia. Y me sigue gustando, da una luz indirecta muy cálida.

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Para dar algo más de color he improvisado un centro de mesa con algunas plantas cogidas de la terraza: unas hojas nuevas de la costilla de Adán que me regaló mi madre, otras moradas de una planta (trandescancia pullida purpúrea, no es que lo conociera, lo acabo de mirar en un libro) que tampoco sé cuál es su nombre común, y unos kumquat (naranjitas chinas) de un pequeño arbolito que sobrevive verano tras verano –sabe Dios cómo- a las tórridas temperaturas de Sevilla.

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El mantel es de seda comprado en Marrakech. Las copas de vino de Villeroy-Bosh y los vasos de vidrio soplado de una fábrica de Mallorca a la que me llevó mi amiga Mariate.

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La vajilla de punto de cruz azules y verdes (regalo de bodas de unos tíos de mi marido) es de Bidasoa y las tazas de consomé alemanas. Las servilletas de hilo con vainica las hice con unos retales que me sobraron de las cortinas de mi antigua casa. Las he atado con una cuerda y lo he adornado con unas pequeñas mariposas que dormían escondidas en mi mueble de carpintero, no recuerdo para qué las compré.

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Thor también quiso participar en la cena. El sabe que es una de las primeras joyas que entró en mi cuarto de maravillas.

Os dejo los menús por si os animáis a hacerlos, son de principiante, pero resultones.

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Crema de calabacín y espinacas

1 kg. de calabacines
Una bolsa de espinacas frescas
Un bote de sucedáneo de caviar negro
Un bote de huevas de salmón rojas
Caldo de jamón
Aceite de oliva virgen
Sal
Pimienta negra
Comino
Guindilla cayena
Sofreir el calabacín con un poco de aceite, añadir las espinacas, el caldo, las especias y dejar cocer una media hora. Servir caliente con una cucharadita de cada tipo de huevas, que además de decorar añade sabor, y un chorrito de aceite virgen.

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Terrina de jamón york y pollo

Una pechuga de pollo fileteada
250 gr. de jamón york
250 gr. de carne picada (mezcla de cerdo y ternera)
Un paquete de bacon ahumado en lonchas
4 huevos
Un chorrito de nata líquida
Sal
Pimienta negra
Forra un molde alargado con las tiras de bacon. Tritura junto el jamón york, la carne picada, los huevos y la nata. Salpimenta y vierte la mitad en el molde. Reparte por encima las pechugas de pollo y cubre con el resto de la mezcla. Tapa con film transparente y pínchalo con un tenedor para que salga el vapor.
Lo puedes hacer media hora en el microondas al 75% de potencia o en el horno al baño María una hora. Lo he servido acompañado de gelatina (con un punto de oloroso), cous cous de coliflor y ensalada (por si a alguien no le gusta la coliflor).

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Cous-cous de coliflor

Esta es una receta que me dio mi amiga Amalia, gran experta en verduras, aunque yo la he modificado, añadiéndole más verduras y suprimiendo los frutos secos (esto último es una tragedia, pero engorda menos…).

Una coliflor fresca
Un puerro
Un calabacín
Un pimiento rojo
Tres pimientos verdes
Aceite de oliva
Sal
Pimienta negra
Pimentón picante
Trituramos la coliflor (quitando los tallos más gordos) con una batidora hasta que quede en granitos similares al cous-cous y reservamos.

En una cazuela o sartén antiadherente rehogamos con un poquito de aceite el puerro y los pimientos en trozos pequeños. Añadimos el calabacín en cuadraditos, las especias y finalmente la coliflor. Removemos durante unos minutos para que la coliflor, que está cruda, se haga ligeramente. (Una variante es sumergirla 30 segundos en agua hirviendo).

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El postre lo trajo mi amiga Concha: una mousse de limón que estaba exquisita (ella no necesita hacer régimen).

Cuando cerca de las dos de la madrugada se marchan mis amigas, me quedo con la sensación de que todas hemos disfrutado de la cena. Pero sobre todo, con la certeza de que he acertado en lo más importante, que no es el menú, ni la vajilla, ni la puesta en escena, sino la elección de los comensales.

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