Recomendaciones para la exposición estrella del 2016: El Bosco

Hay instituciones que, a pesar de las crisis –o quizás a causa de ellas- son capaces de dar una vuelta más de tuerca a su cometido y seguir sorprendiéndonos. Es el caso del Museo del Prado. Después de la exposición que dedicó el año pasado a Rogier Van der Weyden   creí que jamás podría ver tanta belleza junta. Pero ha vuelto a hacerlo. Mirando hacia dentro, sin necesidad de traer un número ingente de piezas, tan solo las justas para poner en valor lo que ya tenemos, afortunados españoles. La exposición estrella de 2016 en España acaba de inaugurarse: «El Bosco, la exposición del V centenario», que reúne, entre otras, 21 pinturas y 8 dibujos originales.

Esta vez me anticipo y reservo entrada en la web al día siguiente a la inauguración. Quiero verla pronto y aprovecho una escapada a Madrid con unos amigos para hacerlo coincidir. Así tendré opción a ir más veces, porque, intuyo, no va a ser suficiente una visita.

Jheronimus Van Aken (1450-1516), conocido como El Bosco, nace en s`Hertogenbosch, ciudad holandesa de la que toma su nombre. Aunque podríamos pensar que vivió alguna temporada en España, por ser donde mayor número de pinturas suyas se conservan, no fue así. Este privilegio se lo debemos a Felipe II, gran admirador de sus obras, que reunió muchas de ellas en el Monasterio del Escorial.

Al norte del ducado de Brabante, s`Hertogenbosch era una ciudad próspera, con su plaza del mercado como centro de la actividad económica. Allí vivirá desde los doce años hasta su muerte y allí, con sólo asomarse a la ventana, se creará el imaginario personal mientras se excita la desbordante imaginación del pintor, como si de un gran teatro se tratase: objetos de todo tipo traídos de distintos lugares del mundo, barcos que descargan sus mercancías con grúas, vendedores y cuentistas, mendigos y tullidos, señoras y criadas, hasta un gran incendio que arrasó gran parte de la ciudad (incluido el tejado de su casa).

elbosco-exposicion-tripticodelasdelicias
Ninguna de las obras de El Bosco están fechadas, tampoco se conserva documentación alguna sobre sus encargos y apenas referencias de escritos de la época. Esto hace que sea muy difícil establecer una cronología, y, hasta hace muy poco, identificar sin lugar a dudas la autoría de algunas de sus obras. Pues, desde un primer momento, fue un pintor reconocido, admirado y, lo que complica aún más las cosas, copiado e imitado.

Pero el Museo del Prado posee varias de las obras incuestionables, lo que supone un punto de partida fiable para los estudiosos. La Adoración de los Magos, El Jardín de las Delicias y El Carro del Heno. A partir de una certeza, se puede definir el estilo y establecer un patrón de comparación para futuras atribuciones. Más aún con los avances científicos que permiten conocer aspectos imperceptibles a simple vista. De ahí el valor de esta exposición: además de posibilitar la contemplación a un tiempo del setenta y cinco por ciento de la obra de El Bosco, conlleva la puesta al día de los estudios técnicos y con ello, se incrementa el nivel de conocimiento de este complicado pintor.

elbosco-carrodeheno-
Los catálogos razonados se convierten, así, en referencia para los estudiosos e interesados en un pintor: se generan discusiones entre expertos, se actualizan las pruebas científicas, se comparten y comparan con las de otras instituciones.

Os dejo unas recomendaciones por si os sirven para disfrutar mejor de esta maravilla:

Es preferible comprar la entrada anticipadamente, pues de momento se están agrupando las visitas por horarios, y así os aseguráis no tener que esperar demasiado.
No hay que tener prisa. Las pinturas y dibujos de El Bosco merecen ser contemplados durante un buen rato, porque cuesta que la vista se centre ante tanta fantasía.
Conviene dejar la vergüenza en casa, si queremos disfrutar de los detalles hay que estar dispuesto a ir ganando posiciones entre la gente hasta situarnos en primer término… inmunizados a las miradas de enojo de las que seamos objeto (que alguna cae).
tentaciones-san-antonio-abad-prado
Si hay que elegir delante de que obra echar el resto, yo os recomendaría el Tríptico de las Tentaciones de San Antonio, del Museo Nacional de Arte Antiga de Lisboa, es una de las joyas venidas de fuera (las del Prado están a nuestra disposición siempre y con menos gente).
No hay que perderse los maravillosos dibujos de La Albertina de Viena, que además se pueden contemplar muy de cerca. El Hombre-árbol es increíble, y también el Nido del Búho.
El Jardín de las Delicias es un icono del arte occidental, aunque yo destaco la oportunidad de ver junto a la obra su radiografía y su reflectografía de infrarrojos. Con ellas podemos admirar los cambios de composición, el elaborado dibujo subyacente y hacernos a la idea del complicado proceso creativo del maestro holandés.
Mi favorita es la Mesa de los Pecados Capitales: me parece muy moderno el concepto de hacer una obra de arte con formato de mesa, obligando al observador a girar alrededor (una forma de interactuar que está a la orden del día).
Recomiendo a los interesados comprar el catálogo, para poder disfrutar más de cerca de la desbordante fantasía del autor. No dejar de leer el artículo de Larry Silver (Crímenes y Castigos. Los Infiernos del Bosco, página 115) donde nos desbroza su visión de la humanidad pecadora y culpable, en la que sólo los santos son capaces de resistir a las tentaciones a las que los exponen los omnipresentes demonios.
¡No dejéis de ir a verla! Tenéis hasta el 11 de septiembre.

Deja un comentario