Si te invitan a navegar y es tu primera vez…

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Ahí van unas recomendaciones básicas a tener en cuenta si os invitan a navegar, no sois expertos y queréis repetir.

  •  Nunca llevar zapatos de suela negra (manchan la cubierta y no hay nada que moleste más al propietario) ni, por supuesto, zapatos de tacón.
  •  Si no estás seguro de no marearte, tómate una biodramina (mejor con cafeína, es un poco descortés pasarte amodorrado toda la jornada). En caso de que, a pesar de todo, notes que empiezas a encontrarte mal, avisa con los primeros síntomas, porque seguramente podrán darte alguna indicación para que no vaya a más: colocarte mirando al horizonte, en dirección a la proa, donde dé el viento pero a la sombra, remojarte un poco, etc… Piensa que, con toda seguridad, no eres la primera persona que se marea a bordo. Y si va a más, asegúrate de entender los conceptos de barlovento y sotavento.

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  • Yo prefiero el bañador al biquini, porque un barco no es un lugar donde coges una posturita y la mantienes toda la travesía. Hay que moverse frecuentemente, si no ayudar en maniobras sencillas; a la hora de bañarse no suele estar el mar como una piscina, y la escalerilla nos puede jugar alguna mala pasada. Aunque esto, lógicamente, depende de la confianza que se tenga con los armadores. En el caso de los chicos, por favor, olvidad los bañadores de nadadores –si es que los usáis- salvo que hayáis sido invitados por Gianni Versace o su primo hermano y tengáis el cuerpo de un efebo…

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  • Pies y uñas aseados es muy conveniente, porque se está descalzo la mayor parte del tiempo, y muy cerca unos de otros.
  • Pregunta cómo se usa el inodoro (a ser posible antes de entrar). No te dé apuro, es mucho peor hacerlo mal u ocasionar una avería. No sólo por lo que cuesta reparar cualquier cosa en un barco, sino por el trastorno tan enorme mientras se encuentra un operario en el mes de agosto. Y, por supuesto, absolutamente prohibido tirar nada al váter. Conclusión: lo aconsejable es no tener esa necesidad, irse a nadar un poco separado del barco o esperar a atracar en algún puerto

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  • Es mejor llevar tu propia toalla, porque todo lo que sea dejar ropa para lavar es una lata (no suele haber lavadoras a bordo) y alguna rebeca o similar, en el mar suele hacer más fresco que en tierra.
  • Aunque los armadores os digan que no hace falta que llevéis nada, siempre gusta algún detalle: una botella de vino, algo de aperitivo o de postre. Mejor si es algo que se come con los dedos (sin necesidad de platos adicionales), que no se vuele con facilidad (las patatas fritas son propicias a ello) y manche la teca.
  • Es fundamental estar atento a las instrucciones del capitán, nuestra seguridad y la del resto de la tripulación dependen de ello. Ofrecerse a ayudar –si se tienen conocimientos- o estar pendientes de no entorpecer –si se es novato-. En cualquier caso, preguntar no es ofender.

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Si la invitación es a pasar una o varias noches, hay que tener en cuenta otras consideraciones adicionales:

  • La maleta no debe ser rígida, son mucho mejores las bolsas flexibles que se adaptan a los recovecos del barco.
  • El espacio en una embarcación, por grande que sea, es limitado, así que nada de enormes bolsones llenos de cosas «por si…». Hay que elegir lo necesario y nada más. Y esto puede variar en función del destino. Si vamos a Sotogrande, es imprescindible algo mono por si se sale a cenar a puerto o te invitan al Polo: siempre se acierta con un vestido largo y sandalias bajas, o algún pantalón fluido (obviamente, en el barco no hay plancha, así que mejor que la tela se arrugue poco). Los chicos, suficiente un pantalón largo y una camisa. Si el destino es Culatra, Tavira o similar, bastará con pantalones cortos y polos. Como hay que salir en zodiac, hay que aceptar posibles salpicaduras -o remojones incluso-, así que adiós a la camisa de seda tan favorecedora que es de tintorería.

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  • Imprescindibles bañadores, blusones o vestiditos para llevar sobre el traje de baño, camisetas, polos y pantalones cortos, chanclas y zapatos bajos (náuticos, espartos o similar). Los chicos que se olviden de los mocasines negros.
  • ¿Por qué me empeño en que el calzado sea bajo? Porque no siempre el barco tiene pasarela para embarcar y desembarcar, muy frecuentemente hay que dar algún salto, y habitualmente los pantalanes tienen el suelo irregular. Queda muy ridículo caerse y además puede ocurrir que con el resbalón, algún objeto (gafas, bolso, etc) caiga al agua y sea irrecuperable (o haya que llamar a un buzo y nos cueste la broma un buen pico) Si sois de las de “no sin mis tacones”, se puede desembarcar descalza y colocarse el calzado una vez fuera del barco.

 

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  • El agua es un bien escaso, a bordo más aún. Nada de duchas largas o dejar el grifo abierto mientras te lavas los dientes o enjuagas el bañador. Si eres de las que usas Fairy a chorreones, mejor que no te ofrezcas a lavar la vajilla… siempre podrás secarla o ayudar en otra cosa.
  • Sé respetuoso con el mar: nada se tira por la borda.

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  • La mejor forma de agradecer la invitación es demostrar que se disfruta: báñate, ríete, participa en las conversaciones, respeta los silencios y descansos y contribuye al buen ambiente a bordo. La convivencia en un espacio tan reducido y sin posibilidades de escapar es importantísima, hay que sacar a relucir toda la educación y sensibilidad de que uno disponga.

¡Buena travesía!

Fotos: Lucila Vidal-Aragón

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