Algunos días son en blanco y negro

Algunos días me levanto pensando que voy a escribir sobre esa maravillosa floristería que es capaz de hacer aún más bonitas las cabezas de The Exvotos, o la última tienda de decoración que acaba de abrir en el barrio. Siempre con la idea de contaros cosas bonitas, no en vano mi página se llama cuarto de maravillas. Pero mientras tomo el café y echo una ojeada al periódico, de atrás para adelante (craso error, porque empiezas por los cotilleos y espectáculos y acabas con la actualidad política) mi semblante y mi ánimo van cambiando. Artículos varios de opinión sobre La Manada, sobre el pobre niño inglés que ha aguantado como un gladiador, sobre el suelo de voto del PP de Madrid o el techo de Ciudadanos, sobre la libertad sexual o el memorial de los agravios que las mujeres venimos soportando desde tiempos inmemoriales. Bastante deprimente en su conjunto.

Así que hoy me voy a permitir un desahogo. YO SÍ TE CREO. Porque ¿en qué cabeza cabe que una chica de 18 años -borracha o no- consienta tener relaciones con cinco hombres a la vez? ¿qué mente perturbada puede llegar a pensar que eso es voluntario? Ya sé que los jueces tienen que ajustar sus decisiones a derecho y que la ley es la que establece y tipifica los delitos. Pero está claro que hay un margen de interpretación tan excesivamente amplio que permite que las consideraciones del fiscal (no nos olvidemos que es la persona designada por el Estado para velar que el proceso judicial se cumpla) difieran enormemente de las de los magistrados que juzgan. Los límites están mal establecidos si permiten que alguien vea «ambiente de jolgorio» en lo que podemos imaginar sucedió en ese portal. ¡Dieciocho años, por Dios! A unos meses de ser menor de edad, con lo que la historia hubiera cambiado radicalmente.

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Así que no creo que los cientos de mujeres que han salido a la calle o han manifestado su repulsa por la sentencia sean unas locas feministas que odian a todo lo que lleva pene, más aún si está tapado por una toga. Ni creo que sean incultas, iletradas o manipuladas por partidos políticos o agitadores callejeros. Tampoco creo que los hombres que las acompañan sean calzonazos, blanditos o pretendan apuntarse un tanto con sus compañeras de trabajo o sus posibles ligues. Sencillamente pienso que serán padres, hermanos o amigos de mujeres a las que les gustaría saber amparadas por la ley de este país.

Por tanto, pidamos que los parlamentarios hagan su trabajo y modifiquen las leyes para que protejan efectivamente a los más vulnerables, ya sea por su condición femenina, por su inferioridad numérica o fortaleza física, por su minoría de edad, por su ancianidad, por una capacidad mental disminuida o por cualquier otra circunstancia que provoque indefensión frente a abusadores de todo tipo. No es exigible ser un héroe.

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Menos mal que por lo menos también leo (al principio del periódico, o sea, al final de mi lectura) que le han dado un premio por su labor de investigación de las enfermedades infecciosas al hermano de mi amiga María José, un médico sevillano empeñado en mantener a raya las bacterias y microorganismos con las que convivimos a diario. Pues eso, soñemos con mantener a raya a todo tipo de bichos.

Fotos: Archivo de ABC

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