El Palacio de San Benito, refugio onírico en Cazalla de la Sierra

La Sierra Norte de Sevilla es uno de esos lujos que nos tiene reservados la naturaleza. A poco más de una hora de Sevilla, lindando al este con Córdoba y al norte con Extremadura, surgen entre encinas, quejigos, alcornoques y olivos unos pueblos de casas blancas y cuestas empinadas, con sus castillos abandonados, conventos desamortizados, casas palaciegas y plazas de toros.

Cazalla de la Sierra es uno de ellos. Tiene unos cinco mil habitantes, número que aumenta los fines de semana con el turismo y con los jóvenes que vuelven a las casas de su infancia, especialmente cuando llega el verano y las noches son más frescas en la sierra. En invierno es destino frecuentado por cazadores y es entonces cuando el amanecer se convierte en el protagonista.

La boda de la hija de unos amigos nos ha llevado a buscar alojamiento en el Palacio de San Benito, una Casa Rural Superior. Apenas habíamos echado un vistazo a la página web, por lo que las sorpresas nada más traspasar el zaguán de entrada se sucedieron una tras otra. La primera ha sido conocer a Eduardo, un chico joven, de barba recortada y sonrisa agradable, gerente del palacio, que se ofrece a enseñarnos cada uno de los rincones de esta casa. Geógrafo y antropólogo, culto y ameno, nos va desgranando los hitos históricos que hicieron de Cazalla de la Sierra un lugar señalado en la geografía española.

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La importante producción vitivinícola de Cazalla de la Sierra en los siglos XV y XVI, que se exporta a América a través del puerto de Sevilla, supone el primer momento álgido para la historia del pueblo. Pero será en 1730 cuando Cazalla se convierta, durante los cuatro meses del verano, en la capital de España con la estancia de Felipe V e Isabel de Farnesio. En ese momento las fachadas de las casas de Cazalla se reforman en estilo barroco, aunque su alma seguirá siendo renacentista.

El Palacio de San Benito, llamado así por las dimensiones que tiene más que por su configuración arquitectónica, es el resultado de la unión de dos edificios: una casa y una iglesia, la de San Benito, ejemplo de gótico plateresco del norte de Sevilla. Ambas muy castigadas durante la guerra civil, de la casa apenas quedan restos y la iglesia, destrozada y quemada, acaba siendo vendida a una familia del pueblo con el solar adyacente en el que se encontraban las ruinas de la vivienda, parece que dedicada a alojar a peregrinos que iban a Santiago de Compostela por la ruta de la Plata.

En los años noventa pasa a manos de Manuel Morales Fernández de Jódar, uno de esos personajes cultos, sensibles y artistas que ha dado el Sur. Como decorador de interiores y escenógrafo es reconocido internacionalmente, y sus trabajos en Nueva York, en palacios de Venecia –donde vive gran parte del tiempo ¡uff no puedo imaginar nada más sofisticado que vivir entre Sevilla y Venecia!)- Cádiz, etc. han sido portada de revistas de todo el mundo. Junto con Carlos Marañón colecciona obras de arte y antigüedades y el Palacio de San Benito es fruto de ese estilo teatral, atrevido y sorprendente.

La rehabilitación se lleva a cabo reutilizando materiales de derribo, elementos arquitectónicos desechados -las columnas del patio pertenecían a la antigua casa familiar de Cazalla- en una labor de recuperación del patrimonio histórico que emprende muchos años antes, en la década de los años sesenta y setenta, época de tropelías urbanísticas.

Lucila
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Palacio de San Benito en Cazalla de la Sierra (Sevilla)
Palacio de San Benito en Cazalla de la Sierra (Sevilla)

Cuenta con nueve habitaciones (además de la vivienda privada del propietario), todas diferentes, cada una con una temática en forma de alegoría u homenaje a personalidades o elementos artísticos: el militar, el rey, la reina, el torero, el grabado, los novios, etc.

En el Torero, con vistas a la plaza de toros de Cazalla, vemos una colección de grabados que hacen un repaso a la vestimenta de la tauromaquia desde el siglo XVIII. Los Novios es la de mayor tamaño, con un frente de altar dorado convertido en espejo a modo de cabecero y un baño con dos bañeras de porfirio rojo del siglo XVIII. La habitación El Militar está presidida por un retrato (¿un antepasado?) y elementos decorativos orientales, tal vez en alusión a alguna guerra lejana en la que tuviera parte. Otra está dedicada a Frederick Castet, artista francés del periodo de entreguerras –momento en el que surgen las grandes figuras de la moda en París-, responsable de pieles de la casa Dior, amigo de Balenciaga y visitante asiduo de San Benito; en ella vemos un homenaje al Art Noveau, con mobiliario tipo Mackintosh.  Todas las habitaciones de la planta inferior, separadas por un pasillo jalonado de cómodas de madera, tienen un minúsculo jardín privado con bañeras antiguas como si fueran estanques.

Palacio de San Benito en Cazalla de la Sierra (Sevilla)
Palacio de San Benito en Cazalla de la Sierra (Sevilla)Palacio de San Benito en Cazalla de la Sierra (Sevilla)Palacio de San Benito en Cazalla de la Sierra (Sevilla)Palacio de San Benito en Cazalla de la Sierra (Sevilla)

El patio, con columnas de ladrillo, una fuente central y azulejos antiguos en el muro invita a leer o tomar algo tranquilamente, aunque la curiosidad por descubrir cada uno de los rincones exteriores, con objetos arqueológicos o macetas aparentemente desordenadas hace que yo no pueda dejar la vista fija en un libro.

Palacio de San Benito en Cazalla de la Sierra (Sevilla)Palacio de San Benito en Cazalla de la Sierra (Sevilla)Palacio de San Benito en Cazalla de la Sierra (Sevilla)
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Unas escaleras conducen a la terraza del bar, desde donde contemplar el estanque, con su frontón de azulejos dedicado a la visita de Felipe V e Isabel de Farnesio en 1730, pero también a semejanza de la gruta de Carlos V en los jardines del Alcázar. Casi esperas que salga una soprano de entre las aguas, como si estuviéramos en Torre del Lago Puccini.

La antigua iglesia de san Benito se ha dividido en dos alturas: la planta alta es la residencia privada y la planta baja, donde se aprecia la cruz latina original, distribuida en varios espacios conectados entre sí. En el centro la recepción, con un par de mesas que pueden servir para cenas privadas; destacan las sillas de mano que decoran las esquinas, así como un armario que esconde un Nacimiento completísimo con preciosas figuras de barro policromado.

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El salón está en la zona correspondiente al altar mayor. Es una estancia privada, pero se puede ceder el uso para determinadas ocasiones en las que sea necesario contar con más espacio. El altar mayor está presidido por unas escaleras dobles, muy teatrales, desde las que se ven las otras habitaciones como si fueran los sucesivos decorados de una ópera en tres actos. De una de las paredes del salón nace una pequeña capilla hecha con elementos recuperados de iglesias, con esculturas religiosas de gran calidad en hornacinas o altares diseñados para ponerlas en valor. Paredes pintadas imitando sedas y brocados, las puertas marmorizadas, figuras venecianas, sillas doradas, colecciones de objetos antiguos… todos contribuyendo a crear un espacio onírico, de cuarto de maravillas.

Palacio de San Benito en Cazalla de la Sierra (Sevilla)
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A los pies de la iglesia está el comedor, que es un permanente homenaje a la cerámica española y portuguesa, -Sevilla y Lisboa- con trampantojos en el colorido blanco y azul propio de la azulejería. Dos enormes mesas de caoba, loros y monos en las paredes totalmente decoradas, entre otros, por Amaro Sánchez de Moya. Como en todas las estancias del palacio, las tapicerías son preciosas y de gran colorido.

Palacio de San Benito en Cazalla de la Sierra (Sevilla)

La biblioteca chinesca, junto al apeadero, es un alarde de sofisticación, con cuadros hechos con pájaros disecados, acuarelas chinas en papel de arroz y muchas más curiosidades. Los colores del estampado de las tapicerías se repiten en las paredes, en la librería hecha con los muebles de una antigua farmacia y que ocultan el televisor y en el artesonado pintado con hojas de parra, en una explosión de color que no deja indiferente.

Palacio de San Benito en Cazalla de la Sierra (Sevilla)Palacio de San Benito en Cazalla de la Sierra (Sevilla)

Aunque todo este exceso podría pasar por una acumulación sin sentido de objetos, la verdad es que nada es gratuito, casual, sino que todo está estudiado y argumentado. Las infinitas piezas de coleccionismo, combinadas de forma atrevida y teatral, confieren al palacio una personalidad única, reflejo de la de sus propietarios. ¡Por Dios, qué ganas de conocerlos! Aunque mientras eso no sea posible, me conformaré con alojarme de vez en cuando en esta casa que recoge la tradición familiar de siglos de hospedar a reyes y reinas, artistas y nobles, y ahora, por qué no, blogueras.

P.D. Del 27 de junio al 1 de julio se conmemora en Cazalla la visita de Felipe V y su esposa, con un programa de actividades organizado por el ayuntamiento y con la colaboración, entre otros, del Palacio de San Benito. ¡Un buen momento para conocerlo!

Las fotos son de Cuarto de Maravillas

2 comentarios en “El Palacio de San Benito, refugio onírico en Cazalla de la Sierra

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