Los dulces de Navidad se reinventan en el convento Madre de Dios

Me he empeñado en que mi hija me acompañe al convento Madre de Dios, porque es una buena fotógrafa y prefiero concentrarme en la conversación con las monjas sin tener que preocuparme de hacer fotografías. He cambiado un par de veces la fecha para adaptarlo a su disponibilidad y, al final, tampoco hoy le viene bien, anda liada con sus cosas. – «Venga, voy contigo, pero en una hora estamos de vuelta», me dice mientras coge la mochila con la cámara de fotos (sin comprobar si la batería está cargada). En la moto llegamos enseguida, pero la prisa se nos ha metido en el cuerpo y no hay forma de sacarla. La espera de quince o veinte minutos en el rellano acentúa nuestro estrés. «Disculpad, es que el párroco nos ha pedido una alfombra y venían a recogerla», nos dice una monja con una sonrisa. Es sor Adela, una de las dos monjas españolas que aún viven allí, el resto son de Kenia.

LucilaLucila

«El naranjo es de mil setecientos y pico. Lo sabemos porque tenemos escrita la historia de sor Mariana de Santa Rosa, una de nuestras hermanas, que se sentaba a leer y meditar junto a él. Tenía una enfermedad degenerativa en las manos que le impedía hacer nada y, por tanto, no podía entrar en el convento. Su padre mandó tres médicos distintos para que estudiaran la solución a su enfermedad, pero no hallaron remedio. Mariana, que tenía mucha devoción a Santa Rosa de Lima, se encomendó a ella y le pidió que la sanara al menos hasta que profesara. Y sus manos se le pusieron bien. El milagro llegó hasta Roma, incluso han venido hace unos años a estudiarlo. Me encantaría que hicieran una película de ella»- añade con esa sonrisa entre pícara e infantil.

–«O mejor, de Sor Bárbara de Santo Domingo, la hija de la Giralda». – «¡Pues anda que si tienen que actuar las hermanas, con lo que les gustan las fotos!», dice mi hija. Y estallamos las tres en carcajadas. Y en ese mismo momento, como nos acaba pasando siempre que entramos en un convento, el tiempo se detiene, dejamos de tener prisa y sólo queremos seguir escuchando historias de la mano de sor Adela. Su profesión con 21 años, desde su pequeño pueblo de Granada; sus inicios en la vida activa, en colegios y guarderías; a veces pasando miedo, como en uno de sus primeros destinos, en Oviedo, al cargo de hijas de mineros que la atemorizaban con su rudeza y sus amenazas… hasta que acabó ganándoselas y estableciendo vínculos que aún le emocionan al recordarlas. Su paso a la vida contemplativa.

LucilaLucilaLucilaLucila

Y mientras, paseamos por el pequeño claustro de mármol blanco, con su campana y su vía crucis, sus macetas y su fuente central. Por la sala que les hace de capilla, por la magnífica iglesia de única nave rematada con cabecera cuadrada y cubierta con artesonado mudéjar que se cae a pedazos, por el coro donde se refugian las esculturas de Jerónimo Hernández, como suplicando que no llueva más por entre las fisuras que amenazan los muros. Se nos ha unido sor Patricia, que nos muestra la tumba de Sor Bárbara de Santo Domingo, de la viuda de Hernán Cortés y de otras damas y caballeros que quisieron que sus restos descansaran eternamente en esta Iglesia y bajo esta comunidad elegida por Isabel la Católica para pernoctar en sus viajes a Sevilla.

Hasta llegar de vuelta a la cocina, donde las hermanas siguen rellenando moldes con masa de magdalenas, horneando galletas, dando forma a los almendrados y los bocaditos árabes. Las recetas, nos cuentan, las pasan de unas hermanas a otras, como un turrón de chocolate que hacen sus hermanas de Valladolid y que allí tiene mucha fama. Les han explicado bien la forma de hacerlo y el truco: las mejores almendras marconas y el mejor chocolate. Pero también les gusta probar mezclas nuevas y, en eso, sor Adela tiene una máxima: cuando los ingredientes que se combinan están buenos, el producto que resulta tiene que estarlo también. Charlamos un rato e incluso alguna accede a posar para la cámara, más relajadas todas.

LucilaLucilaLucilaLucilaLucila

Este año presentan algunas otras novedades -además del turrón de chocolate- como las guadalupanas, un invento nuevo de sor Adela que mezcla chocolate, almendra, avellana, raspadura de limón y un toque de licor. Probamos una, todavía calentita, y está de muerte. O las almendrinas de coco con anacardos, que todavía no tienen nombre definitivo. «También quiero hacer batatinas, siempre he tenido pasión por ellas, no necesitan casi azúcar y tampoco mucha cocción».

De su cocina sale una larga lista de exquisiteces, ya habituales y presentadas es cajitas pequeñas muy cuidadas: almendrados con y sin chocolate, avemarías, bienmesabe, bocaditos árabes, bocaditos de almendra, coquitas de la Habana, cordiales, dátiles de mazapán, empanadillas de batata o cabello de ángel, guindas almendradas, pastas, perrunillas, tortas de aceite, etc… y, por supuesto, sus famosas magdalenas.

LucilaLucilaLucilaLucila

Tres horas después de llegar, con el sabor dulce de las magdalenas, almendrados y guadalupanas que nos han hecho probar, la barriga llena y el cofre de la moto atiborrado de pecados de azúcar, volvemos a casa. ¿Quién tenía prisa? Nosotras no.

LucilaLucilaLucila

En este video podéis conocer mejor el convento, su historia y su enorme valor artístico (es Monumento Histórico Artístico desde 1971) y, desgraciadamente, el estado ruinoso en el que se encuentra. También podréis tener la suerte, como nosotras, de disfrutar de la dulzura de Sor Adela.

Si queréis ayudarlas, podéis comprar sus riquísimos dulces en la XXXIV Exposición y Venta de Dulces de Conventos de Clausura de la Provincia de Sevilla, que tendrá lugar del 6 al 9 de diciembre, de 10 a 19 horas, en el Real Alcázar de Sevilla. Y en el torno de la calle San José número 4, en el centro de la ciudad, cualquier otro día del año.

Tlf. 954 21 78 22

Contacto: dominicassevillaop@hotmail.com

Las fotos son de Lucila Vidal-Aragón

3 comentarios en “Los dulces de Navidad se reinventan en el convento Madre de Dios

  1. Que rico todo¡ y que bien explicado. Las monjas de entrada son desconfiadas. La gente en general, les da poco valor….salvo cuando llega la época de los dulces, que los hacen de maravilla. El caso es que luego son como ellos porque tienen al más «dulce» y Bueno de todos, en el corazón, en el alma. Vaya homilia¡ para deciros a las dos, escritora y fotografa, que lo haceis fenomenal. Mando el post al «imperio»…..

Responder a Marimé x