¿Has visitado ya la exposición sobre los dioses griegos en CaixaForum Sevilla?

Desde el pequeño cuarto donde pinto y escribo hay vistas a los tejados de Triana y los edificios de La Cartuja, una de las cosas que me enamoró del piso en el que vivo. Un día, hace ya diez años, empezaron las grúas a levantar una torre que protagonizaría ríos de tinta. En sintonía con D. Antonio Burgos, le cogí manía inmediatamente: el paisaje que veía cambió de manera radical y un nuevo elemento se apoderaba de las antenas, las espadañas trianeras y tapaba la mitad de la bella construcción de ladrillo circular de Sáenz de Oíza, Torre Triana, el último bastión antes de la colina verde que encuadra Sevilla desde mi ventana.

El parking, enorme y solitario, nos hizo pensar en una película de terror o policíaca, de esas que el asesino la emprende a tiros contra la pobre chica que intenta correr con sus tacones hacia un coche que está demasiado lejos. Pero una vez superado el miedo a salir (mi hijo es alto y fuerte) y después de recorrer cientos de metros hasta encontrar la salida, subimos a un hall enorme con un mostrador largo donde una señorita muy amable nos explicó cómo se articula ese espacio un tanto desolado.

Menos mal que la exposición que nos interesaba se encuentra en una sala que vuelve a encontrar la dimensión humana, a pesar de que su contenido, como una contradicción, va de dioses. Pero de dioses humanos – ¡qué oxímoron de manual! – con todos los sentimientos, vicios, deseos, odios y amores más propios de humildes mortales que de los habitantes del Olimpo.

Lucila
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La exposición se articula en ocho secciones: Una historia que contar, que explica cómo los mitos de la cultura griega se transmitían de forma oral hasta el siglo VIII aC., en el que se empiezan a recoger en textos: Hesíodo, Homero y más tarde, Ovidio, a cuyas Metamorfosis se dedica la sección segunda. Un árbol genealógico muy esclarecedor nos introduce en Los dioses del Olimpo y Espíritus libres, y nos va presentando a los más relevantes a través de esculturas, pinturas y un audiovisual de figuras oscuras en movimiento.

Así, vamos viendo el rostro a Zeus, que se reparte el dominio del mundo con sus hermanos –Poseidon los mares, Hades el inframundo y él los cielos-  tras derrocar a su padre Crono. De sus interminables aventuras amorosas (eran bastante insaciables) van naciendo otros dioses principales que poblarán el monte Olimpo, pero también dioses secundarios: ninfas, que habitaban en los bosques; musas, engendradas por Urano y Gea, que amenizaban las fiestas; las cárites (tres gracias romanas), que simbolizaban la afabilidad, la simpatía y la delicadeza; faunos y sátiros (mitad hombre, mitad macho cabrío). Estas historias servían para explicar todos los fenómenos de la naturaleza: montañas, mares, bosques, cosechas, las estaciones, así como la fundación de las ciudades, las guerras, los nacimientos, etc.

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Las tres siguientes secciones -Amor, deseo y pasión, Faltas y castigos, Metamorfosis divinas y humanas- cuentan los relatos de las relaciones de unos y otros, con sentimientos más atribuibles a humanos que a dioses. Tienen celos, se enamoran o encaprichan, se emborrachan, raptan y persiguen a los humanos, los transforman en árboles o cualquier otra cosa. Cuando intentan escapar de un designio divino poderoso, hay castigos horrendos. La caja de Pandora con todas las desgracias que asolan el mundo, el águila que devora sin fin el hígado de Prometeo (al ser inmortal cada noche le crece nuevamente), Narciso consumido de amor por su propia imagen como castigo por haber rechazado a la ninfa Eco, etc.

No sólo sirven para explicar los accidentes de la naturaleza, sino que se genera un código moral de comportamiento: si contravienes un mandato –no mires a los ojos de la Medusa-, tendrás un castigo –te convertirás en piedra-. Son dioses juguetones, divertidos, viciosos, vengativos, malvados, injustos, que engañan y seducen… aunque también los hay bondadosos y justas, como las Nereidas, con unos nombres preciosos y sugerentes: Galatea, Casiopea, Calipso, Aretusa, Tetis, etc.

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En las dos últimas secciones conoceremos a los Héroes, hijos de un dios y un mortal, y La guerra de Troya, una de las aventuras más conocidas de la antigüedad, narradas en la Ilíada y la Odisea. ¿Quién no ha sufrido con el empeño de Paris de llevarse a Helena?

A la salida, la amable y entusiasta chica del mostrador nos interpeló: «¡se les olvida ver el Dalí atómico!»  – «No tenemos tiempo, gracias», le contesté disculpándome, por no decirle que superar dos de mis antipatías viscerales en una sola mañana me parecía demasiado.

Hasta el 31 de marzo de 2019 en Caixaforum Sevilla, calle López Pintado s/n, Isla de la Cartuja. Y si no puedes ir, no te pierdas esta galería de fotos.

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