Taller Kúu, la filosofía oriental aplicada a la porcelana

Yukiko es menuda, amable, sonriente. Tiene esa edad indefinida que en los orientales dura casi toda la vida. Sólo cuando empieza a hablar y da fechas nos damos cuenta que las piezas que salen de sus manos son fruto de una sabiduría adquirida a lo largo de los años. Me recibe en su estudio de Gelves, en una callejuela del centro que baja entre casas encaladas. La puerta de madera con tiradores metálicos en forma de caballitos de mar ya me empieza a poner nerviosa. Sé que estoy a punto de entrar en un templo del buen gusto.

Con ella está Guillermo, andaluz de Isla Cristina que se vino a estudiar Bellas Artes a Sevilla y se quedó. Alto, guapo, con una media barba un poco canosa, sus caminos se cruzan en la nave Singer, en la calle Lumbreras, donde Guillermo era profesor del taller de escultura y ella buscaba trabajar en la restauración de las piezas de cerámica de la Plaza de España.

Yukiko la artista y creadora de Taller Kúu
Yukiko la artista y creadora de Taller KúuYukiko la artista y creadora de Taller Kúu

Me ofrecen un café que trae Guillermo en un precioso y delicado vaso que recuerda la forma de los de plástico pero está hecho en porcelana. No puedo dejar de acariciarlo con mis manos y cuando lo acerco a los labios la sensación de calidez es aún mayor. Algo similar debe sentirse en la ceremonia del té en Japón, me digo.

Yukiko me cuenta que con 19 años trabajaba en Panasonic y estudiaba cocina por las noches (en su familia todos son cocineros de sushi). En la escuela de cocina descubre la relación de la comida con la vajilla y decide aprender a fabricarla. Sólo necesitó un día de clases para saber que esa era su vocación. Deja el trabajo –con el consiguiente disgusto familiar- y se apunta a dos escuelas de porcelana: tradicional japonesa y porcelana artística. Estando allí conocerá a un chico español que le hace interesarse por nuestro país: es el año 92, con las Olimpiadas en Barcelona y la Exposición Universal en Sevilla. Sus ansias de ver mundo le hacen tomar la determinación de conocer ese lejano país en cuanto acabe los estudios, un par de años después.

En la Alpujarra granadina estudia policromía en la escuela Bellas Artes y vive nueve años. Su siguiente destino será Motril, donde acude a la escuela de Artes y Oficios y donde obtendrá una beca de verano para ceramistas en Sargadelos. Otra vez se cruza alguien en su camino, una chica sevillana, que la llamará para una oferta de trabajo en la escuela taller para la restauración de la Plaza de España. Y ahí aparece Guillermo.

Yukiko la artista y creadora de Taller KúuYukiko la artista y creadora de Taller KúuYukiko la artista y creadora de Taller Kúu

En 2012 crean Taller Kúu, la empresa con la que comercializan la porcelana de Yukiko y lasjoyas y otras obras de arte de Guillermo. Kuu es una palabra japonesa que significa cielo, espacio vacío, que no se puede medir ni pesar. En ese kuu lleno de energía y creatividad trabajan ambos intensamente, sin fines de semana apenas, solo soportable si se tiene auténtica vocación. La prueba es que su casa y su taller se confunden, se mezclan en un entramado de habitaciones unidas a distintas alturas, muchas de ellas con unas vistas increíbles de Sevilla.

Empiezan a mostrar las piezas de Taller Kúu en la Feria de Artesanía de Sevilla que se hace en Navidad, aunque para llegar a otros públicos, especialmente japoneses, tienen que buscar distintos cauces. El logro más importante tal vez sea la tienda del Museo Thyssen, pues las personas que visitan los museos son, normalmente, más exigentes, más especiales en los gustos.

Yukiko la artista y creadora de Taller KúuYukiko la artista y creadora de Taller KúuYukiko la artista y creadora de Taller Kúu

Ahora es un buen momento para la artesanía, dice Guillermo, aunque no siempre ha sido así en España. En una época en la que todo se ha industrializado empieza a darse valor a lo que es único, a lo hecho a mano. Surgen entonces los artistas-artesanos, en los que se une el dominio de la técnica con la creatividad. Es lo que pasa con las piezas de Yukiko, que transmiten una idea de defensa del medio ambiente, de amor por los animales, de reutilización de juguetes antiguos. Muy enraizado con la filosofía oriental de armonizar con la naturaleza, de respeto y agradecimiento.

Así, la colección «Usar y no tirar» está formada por réplicas en porcelana de vasos de plástico o de cartón (los de Starbucks). Convirtiendo algo fungible y desechable en un objeto único y bello, destinado a perdurar. Las asas son normalmente animales (moldes hechos con viejos animales de plástico). O pequeños juguetes antiguos: ¿os acordáis de los indios y los vaqueros de plástico que se encajaban en los caballos?

Yukiko la artista y creadora de Taller KúuYukiko la artista y creadora de Taller KúuYukiko la artista y creadora de Taller Kúu

El proceso de producción en el Taller Kúu es el siguiente. La porcelana en polvo se mezcla bien con agua y se deja varios días. Se hace un líquido con una cierta densidad, la experiencia le hace saber al tocarla si está en su punto -dependiendo del molde será más o menos denso-. Al verterlo en el molde, la escayola absorbe el agua y se van solidificando las partículas de porcelana más cercanas a las paredes, así que según el grosor que se quiera, se deja más o menos tiempo. El exceso de porcelana se vacía (se reutilizará para otras piezas) y se desmolda. Se le quitan las rebabas, se le pegan las asas con un poco de porcelana líquida y se dejan endurecer en una balda de madera unos diez o veinte días las tazas pequeñas, las piezas más grandes bastante más (como una maravillosa sopera en forma de calabaza que parece a punto de transformarse en carruaje).

Yukiko la artista y creadora de Taller KúuYukiko la artista y creadora de Taller KúuYukiko la artista y creadora de Taller KúuYukiko la artista y creadora de Taller Kúu

Después se mete al horno para su primera cocción, a unos 800 grados de temperatura. Ya está listo para esmaltar. Yukiko me enseña un bonito y curioso instrumento japonés que se usa para sujetar las piezas mientras se sumergen en el esmalte, aquí todo parece ancestral. El segundo fuego (esta vez a 1260 grados durante 19 o 20 horas) deja la pieza terminada.

Se ha pasado la mañana volando en el Taller Kúu, aunque Yukiko transmite calma y serenidad, no en vano su lema es «Tenei na seikatsu», algo así como «vivir con esmero», tomarnos una pausa para conectar con nuestro interior y con nuestro entorno de manera equilibrada. Y está claro que ella lo hace. De forma sencilla, como cuando me cuenta que le dieron el Premio Nacional de Artesanía 2016 en la modalidad de Productos por su colección «Usar y no tirar» que invita a la reflexión y al cambio de unos hábitos consumistas que generan residuos no biodegradables.

Lo único malo es de esta mañana deliciosa es que ya no voy a poder tomar café en una taza que no sea la suya y que soñaré a partir de ahora con monos que trepan a unas calabazas gigantes, iguanas que buscan un mortero donde esconderse e indios cabalgando en el filo de un abismo de porcelana.

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