¿Voy a la Feria del Libro o me quedo en casa leyendo?

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¿Cuántos nos sentimos identificados con la sensación de estar siempre perdiéndonos algo? Es el síndrome FOMO

Con el primer café de la mañana acostumbro a echar un vistazo, más o menos rápido según el tiempo de que disponga, al periódico del día o alguna revista cualquiera que tenga en casa. Y esta mañana me ha llamado la atención un artículo de Carmen Posadas en el XLSemanal, en el que habla de un síndrome al que llama FOMO («fear of missing out» o miedo a perderse algo). En ella, lectora insaciable, se manifiesta en la necesidad imperiosa de googlear cualquier cosa que le salta a la mente, al principio tal vez relacionada con la lectura, luego siguiendo un hilo de pensamientos dispersos. Lo que le lleva a no ser capaz de concentrarse en el libro, incluso cuando éste es tremendamente divertido. Y así, acabar tomando la decisión de leer con el móvil en la otra punta de la casa.

En mi caso, la sensación de que me estoy perdiendo algo es bastante recurrente. Me viene a la cabeza (y me río yo sola) el viernes de pre-feria, atacada porque mi madre manda una foto al chat familiar, de ella con unas amigas en una caseta. ¡Por Dios! ¿Una madre septuagenaria en la feria y yo, a pocas manzanas de allí, tranquilamente –es un decir- en mi casa? Teniendo en cuenta que el día anterior ya estuve en una fiesta de bulerías y que el día siguiente iba a ir a la cena del pescaíto, ¿cómo es posible que tuviera la sensación de perderme algo? Lo peor es que llevaba dos semanas diciendo, a todo el que quisiera oírme, que no tenía ganas de feria.

 ¿Cuántos nos sentimos identificados con el síndrome FOMO? Y es que la cantidad de estímulos que tenemos, fundamentalmente como consecuencia de las redes sociales, nos está llevando a no concentrarnos de verdad en nada. Porque el que mucho abarca, poco aprieta.

En la misma revista donde aparece el artículo de Posadas, justo unas páginas antes, leo que se está poniendo de moda en Europa, traído de Japón, el darse «baños de bosque»: ir con un guía a un «entorno natural para despertar nuestros sentidos y conectar con el espacio». Vamos, lo que antes de la irrupción de las nuevas tecnologías era lo habitual: pasear por una zona verde sin prisas, por el mero disfrute, observando la belleza de los troncos de los árboles, de las hojas en el suelo, de los sonidos del campo. Sin la exigencia de tener que hacer algo «de provecho» mientras tanto, como aprender los nombres de nuevas especies animales o vegetales o perder calorías en el camino. Nuevas necesidades ante nuevas patologías.

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Y entre leer con el primer café de la mañana y contaros lo que he leído con el segundo y el tercero, se me ha pasado la hora de hacer lo que tenía programado para hoy: ir a la Feria del Libro tempranito, antes de que el calor horroroso de estos días de finales de mayo en Sevilla sea realmente incapacitante. Una feria del Libro que homenajea la gesta de Magallanes y Elcano hace 500 años: la Circunnavegación de la tierra. Y, como no podía ser de otra manera, el país invitado es Portugal, el mejor compañero posible para esta travesía.

El Consulado de Portugal en Sevilla, súper activo durante todo el año, no podía dejar pasar esta ocasión para acercar más su cultura a los sevillanos. No sólo la literatura, también sus vinos, su gastronomía, su música. Maridajes de poesía y cata de vinos, recitales poéticos con acompañamiento musical, encuentros con autores portugueses, conciertos de fado, puestos de dulces portugueses, etc. No me quiero perder el taller de literatura que imparte Gonçalo Tavares, ni el concierto de Joâo Farinha, ni la película «Os Maias» de Joâo Botelho, basada en el libro homónimo de Eça de Queirós, que se proyecta en el Consulado de Portugal, ni dejar de saltarme el eterno régimen con unos pastelitos de nata… ¡ummm!

Además, igual que hace dos años fue Italia, este año he elegido Portugal para mis viajes, incluso he alquilado un apartamento en Faro para tener una base desde la que descubrir los encantos de este país querido y vecino. Incluso he comprado una librería de Ikea para colocar allí todos los libros sobre Portugal que tengo ya y los que pienso comprar ¿Cómo voy a perderme esta oportunidad de conocer en persona a algunos de los escritores a los que les voy a dedicar mis lecturas de verano?

Visto todo esto, ¿me voy a la Feria del Libro o me quedo en casa leyendo intentando superar mi síndrome de FOMO?

PD.1 Los que no os asustáis con el exceso de información y el dilema de elegir, consultad la página web de la feria fácil de ver, amena y sugerente.

PD.2 ¿Qué creéis que he hecho?

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