Tres excursiones por los Picos de Europa

El primer viaje de 2020 ha sido al Norte de España. Teníamos ganas de un viaje en coche, tranquilos y con horas por delante sin interrupciones, sólo pendientes de la carretera y de ponernos al día en propósitos y planes para el año que empieza. La premisa era priorizar los espacios naturales y las iglesias románicas, olvidándonos esta vez de las capitales.

La primera parte del viaje tuvimos como base Solares, en Cantabria, y nos dedicamos a ver colegiatas, iglesias y ermitas románicas, además de perdernos por las carreteras serpenteantes del valle del Pas; la segunda parte del viaje, con base en Cangas de Onís, descubrimos algunos de los motivos por los que Asturias se considera un paraíso natural, centrándonos en Los Picos de Europa y dejando las playas para otra ocasión.

 El Parque Nacional de los Picos de Europa, reserva de la biosfera, se distribuye entre Asturias, León y Cantabria. Es la mayor formación caliza de Europa, resultado de un proceso geológico de más de 300 años. Surgen de esta manera picos abruptos de 2500 metros y simas con más de 1000 m. de profundidad que cobijan ríos de aguas cristalinas, pueblos aislados y bosques de hayas y robles que muestran sus ramas semidesnudas en este mes de enero. Las cumbres más altas apenas distan 40 km. de la costa, con lo que la humedad es la constante. Al ser piedra caliza, es decir, porosa, el agua de la abundante lluvia no se retiene en las cumbres, sino que se filtra por entre las grietas. Por ello el paisaje es pelado y agreste en la zonas más altas y exuberantemente verde en las zonas medias y bajas, donde el agua de lluvia aparece en forma de manantiales, cascadas y ríos. Esta accidentada geografía ha hecho que los habitantes de los pueblos de la zona se dediquen a la ganadería en un intento de aprovechamiento de los pastos naturales, a veces en lugares tan inexpugnables que sólo la experiencia de generaciones lo hace posible.

Son estos ríos los que, a lo largo de los siglos, han horadado la piedra y formado desfiladeros de altísimas paredes verticales. Nosotros hemos recorrido el cauce de tres de ellos: el Sella, el Cares y el Deva, bordeando así este macizo montañoso.

El Deva y el Desfiladero de la Hermida

El río Deva es el más oriental, el que delimita el macizo por el este. Nace en la Liébana (Cantabria) y corre por el Desfiladero de la Hermida hasta llegar a la localidad de Panes. Nosotros entramos desde allí, en dirección a Potes, a contracorriente, por una carretera entre paredes verticales que apenas dejan pasar el sol. Los hitos más señalados en este itinerario son los siguientes:

  • Santa María de Lebeña, uno de los mejores conjuntos de arte prerrománico, con su planta de nave rectangular y ábside tripartito.
  • Cahecho, llamado el mirador de Liébana. Una pequeña aldea de casas de piedra, en un paraje impresionante, con vistas maravillosas sobre un valle y los montes circundantes.
  • Santa María de Piasca, iglesia románica con algunas de las mejores tallas en piedra de Cantabria. Es maravillosa la colección de canecillos (vegetales, sirenas, arpías, leones, guerreros, etc.) que rodea el ábside, así como las tallas de los capiteles.
  • Santo Toribio de Liébana. El monasterio, pasado Potes, es un conjunto de edificaciones de distintas épocas Su importancia radica en que allí se escribieron los famosos manuscritos del Beato de Liébana y en que alberga el Lignum Crucis, el mayor trozo de la Cruz que se conserva en la cristiandad.
  • Fuente Dé, circo glacial poblado de hayedos donde nace el río Deva, a 23 km. de Santo Toribio. Un teleférico salva 753 metros y nos lleva a un mirador sobre el valle desde el que disfrutar de maravillosas vistas y, en mejor época del año, hacer rutas de senderismo.

Río Cares y la Divina Garganta

El río Cares traza el límite entre el macizo Occidental y el Central. Nace en Caín (León) y desde allí hasta Poncebos (Asturias) traza una de las más famosas rutas de senderismo de la Península. También llamada la Divina Garganta, atraviesa un impresionante desfiladero, con roca a un lado y precipicio en otro… no apto para quien tenga vértigo. Nosotros la dejamos para otra época del año.

Lo que sí hicimos nada más salir de Cangas de Onís es desviarnos hacia el Santuario de Covadonga (lugar donde dicen se inició la Reconquista) y desde allí tomamos la carretera estrecha que sube hasta los lagos de Enol, que en invierno permanece abierta pero en verano se cierra para solo dejar paso a autobuses. En algunos tramos apenas caben dos coches, así que la subida hay que hacerla muy despacio, aunque merece absolutamente la pena el espectáculo natural de estos lagos de formación glaciar.

Río Sella

Popular por sus bajadas en canoa hasta Ribadesella, en el Cantábrico, es el río que bordea los Picos de Europa por el oeste. Es protagonista, junto con el puente romano de Cangas de Onís, de una de las imágenes más icónicas de Asturias.

Desde Cangas de Onís tomamos la carretera N 625, flanqueada de robles, remontando el cauce del Sella en dirección a Riaño, en León. Pasamos el Desfiladero de los Beyos, mientras nos adentramos en la reserva de la biosfera de Ponga, donde vemos cascadas que vierten con fuerza. Las paredes cada vez se estrechan más y, a veces, entre la roca, surgen robles cuyas raíces desafían la gravedad. Tras Ribota, un pueblo a los pies de un macizo amenazante, incrementamos la subida y empezamos a ver picos nevados. El Puerto del Pontón, ya en la provincia de León, aparece una vez pasado Oseja de Sajambre.

El Embalse de Riaño, con preciosas vistas de las montañas reflejadas en el agua, nos recuerda que estamos dejando atrás la Cordillera Cantábrica y nos adentramos en la meseta castellana.

Las fotos son de Agustín Vidal-Aragón

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